A mí entender la justicia es “eso” que defiende y protege a la gente de la gentuza, y que nos pone a todos en el mismo rasero ante las leyes que entre todos (o casi todos) hemos decidido aceptar.

Las leyes son convenciones que hemos aceptado para que todos podamos disfrutar de una sociedad pacífica y agradable. Por lo tanto cuando alguien incumple la ley se le debe penalizar para que corrija su comportamiento y para que recompense a la sociedad por sus malas acciones.

En España creo que sufrimos de una justicia lenta (o más lenta de lo que me gustaría) y en apariencia parcial, no me sólo refiero al incomprensible artículo 56 de la Constitución que otorga al Rey carta blanca para que luego en navidad suelte que todos somos iguales ante la ley…en fin…, me refiero a que los españoles hemos adquirido un sexto sentido a la hora de predecir quién finalmente será penalizado dependiendo de quién sea.

La justicia no debería amoldarse a quién es juzgado.

Siempre dudo de las autorías de la citas, en este caso no se si Quevedo en realidad dijo esto, pero al leerlo en el artículo de Perez-Reverte me ha inspirado a escribir esta pequeña reflexión. 

Del artículo:

“…ya apuntó hace tiempo don Francisco de Quevedo -que nos conocía hasta por las tapas-, a menudo en España no hay más justicia que la que uno compra.”

Estoy de acuerdo.

Y se me ocurre otra gran frase de la sátira “Candide” de Voltaire, donde relata cómo el supuesto Almirante John Bing es fusilado para “inspirar a otros”.

Dicho esto, no defiendo la justicia ejemplificante ni de castigo gratuito.

Pero tampoco toleraré la delincuencia gratuita y la floja moral que muestran quienes se aferran a sus puestos sin dimitir en presencia de una verdad que les empuja a salir de sus puestos y actuar con responsabilidad.

¡Qué a gusto me he quedado!

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